29 de abril de 2008

Adolescencia...¿normalidad o patología?(Autora: Paula Albanesi)

¿Cómo caracterizar, en general, a la adolescencia?. ¿Cómo delimitar que es lo "analizable" de ella?. ¿Qué es lo que tenemos que tener en cuenta al momento de observar y analizar a un adolescente?.¿Con qué herramientas contamos como futuros profesionales para posicionarnos frente a un joven que consulta?.

Mucho se ha escrito en torno a la adolescencia. La podemos caracterizar como una etapa de crisis, en donde el sujeto ocupa un lugar activo en cuanto a las transformaciones y los cambios que se generan a partir de la pubertad. Muchas veces se han utilizado como sinónimo adolescencia y pubertad, sin tener en cuenta que la primera es la transcripción, la tramitación psíquica de los cambios que se producen en la pubertad. Pubertad como acontecimiento que produce una ruptura en el crecimiento, ese "ya no es lo mismo" ocurrido en el cuerpo biológico; a su vez, la adolescencia pone un corte en el desarrollo a partir de la tramitación de la novedad, de dar significación, metabolización esos cambios, hablamos de "otro" cuerpo, el de las representaciones psíquicas que conforman un cuerpo erógeno: los movimientos pulsionales que resignifican la sexualidad, la "metamorfosis de la pubertad" (parafraseando a Freud), el resurgimiento de la sexualidad en su segundo tiempo, que a diferencia de la infancia, el sujeto debe resignificar y enfrentarse a la lógica de la castración, de la incompletud, y de la posibilidad. Como lo mencionado anteriormente, en esta etapa el sujeto tiene un papel activo en la transformación y simbolización de los cambios que se producen, el paso de una lógica de lo infantil, de la dependencia, de la endogamia, a la lógica de la adolescencia, en donde se debe realizar un trabajo de duelo por aquel mundo infantil y contenedor que se pierde. Duelos por los cambios en el cuerpo, por la sexualidad infantil hacia la conformación de una sexualidad genital, "adulta", de la dependencia paterna y materna a la independencia (exogamia), el duelo por la pérdida del egocentrismo, del yo ideal, al reconocimiento del otro como diferente, y la tolerancia de estas diferencias. Duelos narcisistas y libidinales inevitables.

La Adolescencia es vivida como una etapa problemática, en muchos casos las perturbaciones del adolescente lo oponen a sus padres, a los adultos, a las autoridades y a la sociedad en general . De aquí se desprende uno de nuestros interrogantes iniciales: ¿Cómo poder diferenciar si nos encontramos frente a un sujeto "sano", adolesciendo la problemática propia de esta etapa, de alguien que puede estar afectado desde el punto de vista psicopatológico?. Me pareció acertado para responder a este interrogante, remarcar que en la adolescencia se produce una revisión de las identificaciones, por lo tanto, podemos decir que la adolescencia no comienza ni finaliza en un momento determinado, sino que es producto de una historia que se inicia antes del nacimiento del niño , historia que se construye y que está ligada a un proceso identificatorio , que es la "cara oculta" de este trabajo de historización[1] . Retomo a Piera Aulagnier: “entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transición que es la adolescencia, considero que una tiene un rol determinante, tanto para su éxito como para su fracaso: ese trabajo de poner en memoria y de poner en historia, gracias a un tiempo pasado, y como tal, definitivamente, perdido, que puede continuar existiendo psiquicamente en y por esta Autobiografía, obra de un Yo que sólo puede ser y devenir prosiguiéndolo del principio al fin de su existencia”[2]. En el proceso identificatorio, Autobiográfico, de auto-construcción del Yo por el Yo, es en donde encontramos uno de los ejes para poder situar la diferencia entre los movimientos identificatorios propios de la adolescencia, y una organización psicótica, en tanto, en esta última, el "yo advenido" tiene característica de ausencia, esa relación del yo con la temporalidad esta caracterizada por el derrumbe de un tiempo futuro en beneficio de una mismidad que anclará al yo en una imagen de sí que podríamos calificar de fenecida (trépassée)[3] .

Etapa en la que coexisten infancia y adultez, en la adolescencia el tiempo infantil cubre el tiempo necesario para la apropiación y la organización de los materiales que constituyen ese Fondo de Memoria , desde el cual se garantiza la permanencia y fiabilidad, su "mismidad", del yo en los movimientos de construcción y reconstrucción a los que está sometido. Por lo tanto, adolescencia y temporalidad van juntas, en la organización de la historia del Yo, el tiempo pasado, cargado libidinalmente, permite la construcción del presente y del futuro, de ese que será el Yo Futuro.

Luego de estas breves consideraciones teóricas, describiré una viñeta clínica, para poder articular aquellos ejes que me parecieron importante y dar cuenta de cómo se manifiestan en la clínica.
Caso Clínico:

Este caso pertenece a D. Winnicot[4], corresponde a una serie de entrevistas que realiza a una paciente de 17 años llamada Jane, quien llega a él, previa visita a un médico clínico. En la primera entrevista, Jane cuenta que tiene una hermana 14 meses mayor que ella; describe a su padre como "encerrado en su mundo" y a su madre como inteligente y muy profunda, con la cual mantiene una relación distante y de poca intimidad. Alude a que está tratando de ser una persona individual y que por esto no puede hacerse cargo de las preocupaciones de su madre. A medida que avanza la entrevista, se vislumbra aún más el conflicto con la madre. Por otra parte, comenta con ansiedad que cuando era niña jugaba mucho con su hermana, que cada una era "catalizadora" de la otra, que jugaban mucho, en experiencias imaginativas maravillosas y sitúa como algo espantoso que eso haya terminado por causas que se deben a una mudanza, no pudiendo reanudar luego de ésta los juegos. Jane también comenta que está contenta de estar viva, pero por otro lado es un poco escéptica con respecto a la vida (...) En un momento la escuela le empezó a parecer "fastidiosa" por lo que se cambia a un instituto en el cual concurren muchos extranjeros y gente más grande, ella dice que le viene bien esta enmancipación, pero que le preocupa no tener patrones morales reales, que no se da cuanta de cuando algo está bien o está mal. Leyendo un poco el material clínico, aparecen muchos puntos relativos a la sexualidad, en tanto el ejercicio de la misma se realiza sin ningún tipo de compromiso, en un nivel puramente sexual, distanciado de lo afectivo. Vemos que la evitación de situaciones de compromiso afectivo son recurrentes en la vida de esta joven, tanto en los distanciamientos que mantiene con la hermana, con los padres, con los chicos con los que sale. Esto lleva a pensar que la idea de fusión con la otra persona ocasiona una pérdida de la propia identidad, por lo tanto, la fusión debe evitarse. Aquí juega un papel importante en la identidad de la joven la hermana, a quien reconoce como su otra mitad, en tanto las hermanas tenían que separarse para poder realizarse independientemente. Al final de las entrevistas revela que lo que a ella le molestaba de ella misma era que fuese dos personas al mismo tiempo: una estaba afuera, mirando a la otra, la retraída, que se dejaba mirar .

Con todos estos elementos extraídos de varias entrevistas, vemos un fuerte conflicto en torno a la identidad de Jane, en tanto en este momento de revisión de las identificaciones, puede pensarse en cómo podrá construirse lo "singular", aquello que define y que da las marcas de lo particular de cada sujeto, punto que parece ser clave para la paciente. Ya habíamos mencionado que parte del trabajo de la adolescencia consiste en poder construir una historia y que este proceso lo lleva adelante el yo, tomando elementos que han sido guardados para tal fin. El papel de historiador, de escritor, de héroe que realiza el yo, contando historias, describiendo batallas y posibilitando que el momento presente por el cual está pasando, sea interpretado, significado por lo que vivió en el pasado y pudiendo proyectarse en el futuro. Acá podemos ver los recuerdos infantiles de Jane, de los años maravillosos de la infancia, repletos de juegos e imaginación, compartidos por esa compañera de batalla que es la hermana, recordados y establecidos como puntos de partida para la caracterización e interpretación de la relación actual con la misma, aún permitiendo proyectar que dicha relación pueda reanudarse, pero sin el temor de fusión y pérdida, sino con la posibilidad de la creación de un nuevo vínculo basado en la creatividad y la maduración de las circunstancias actuales por las que está pasando cada una, esto es, pasaje de la lógica infantil, de la fusión, de lo homogéneo, a la tolerancia de la diferencias y el reconocimiento de los otros, que va a permitir la asunción de una personalidad diferente, reconociendo las características de cada una.

Con respecto a los padres, sabemos que en esta etapa se produce la caída de los mismos, en el sentido de que son des-idealizados. El cuestionamiento que hace Jane a su madre puede pensarse como una forma en que estos padres adquieren el estatuto de seres mortales, castrados, fuera de toda idealización que los convierte en el centro de la existencia del sujeto. Este fenómeno, característico de la adolescencia, implica tambien la caída de los enunciados identificatorios proporcionados por estos, proceso que facilita el pasaje de la idealización a los ideales, a los valores, a los principios con los que cuenta el sujeto como herramientas manejarse " en la vida".

Winnicot plantea que la cura para el adolescente es el paso del tiempo, y describe algo así como una fase de desaliento malhumorado de la adolescencia . No estoy de acuerdo con esta posición, me parece que la adolescencia no es algo a ser "curado", en el sentido más general del término. Creo que como Psicólogos tenemos una herramienta fundamental para la clínica con los adolescentes: La escucha. Escucha para registrar esas voces que gritan al mundo su nuevo nacimiento: ¡acá estoy! ¿Me pueden acompañar?, y tener siempre en cuenta que la clínica con adolescentes plantea ciertas dificultades que le son propias por el momento evolutivo de quien consulta. Difícil, pero no imposible.

Bibliografía:
· Aulagnier, Piera. El aprendiz de Historiador y el maestro-brujo- Segunda parte. Una historia llena de interrogantes. Ed. Amorrortu.
· Aulagnier, P. (1991). Construir(se) un pasado. Revista de psicoanálisis de ApdeBA. Vol XIII, número 3, 1991. 441-468
· Aulagnier, P. (1977) La violencia de la interpretación- Del Pictograma al Enunciado. Apartado: El Yo y la conjugación del futuro: acerca del proyecto identificatorio y de la escisión del yo. Ed. Amorrortu
· Aulagnier, P. (1988) Como una zona siniestrada. Revista de psicoanálisis de niños.
· Bleichmar, Silvia (2002) Revista Encrucijadas, UBA, Año 2, nª 15 Cap. VII Tiempos difíciles. La identificación en la adolescencia.
· Mannoni-Deluz (1986) La crisis de la Adolescencia. Cap. ¿Es analizable la adolescencia?. Ed. Gedisa-España.
· Winnicott, Donald ( 1991) Exploraciones Psicoanáliticas. Tomo II Apartado 42 Deducciones extraídas de una entrevista psicoterapéutica de una adolescente. Ed. Paidos
[1] Aulagnier (1984)
[2] Aulagnier (1991) pag.442
[3] Aulagnier (1977) pag.168
[4] Winnicot (1991)

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